martes, 10 de abril de 2012

Buscándome encuentro...

Me busco en el atardecer que está cayendo como destellos de hilos dorados sobre el tejado. Me busco en el polvo que se levanta en el viento, el calor de la primavera, cálida pero tan transparente. Me busco en la respiración que golpea contra el silencio y las montañas en la lejanía. Me busco, pero no me encuentro, sólo percibo la sutileza de la caricia de un soplo de viento contra mi mejilla. Por un solo instante, que parece ser todo lo que existe, los recuerdos, sueños, miedos e ilusiones han desaparecido.  No sé quién soy, me fundo con la tierra, el polvo, los olivos y el viento. 
Se escucha un coche acercarse por la carretera por detrás de la colina. Aquí estoy. Aquí están también los miedos a no ser suficiente, a no poder, a equivocarme, a la oscuridad. Pero detrás de todo eso, al fondo de mi alma, hay un lugar que me habla de confianza. Me habla de lo que soñaba de niña, mis ilusiones, la fuerzas del amor, la alegría... lo que es bailar sin miedo a caerse, cantar sin el fin que te escuchen.  
Siento lo que es ser una niña pequeña en un mundo grande y lleno de posibilidades. Me siento frágil, tímida pero sonriente. Tan sólo tengo que dar el paso y salir de la cárcel de la comodidad y los miedos. Doy un paso. Dos. Aquí fuera el aire es suave y habla de amor y confianza. 

Bienvenida Sofia, estás de vuelta. Bienvenida primavera que hace que las energías bailen bajo el pálido sol. Bienvenida esta desnudez, esta niña pequeña en mi interior que decide estar presente y soñar mi vida. Bienvenida sea, porque hizo caer el velo que me cubría y me hace olvidar todo lo que soy, debo, debía y debería ser. No soy nada más que este instante, esta mirada, este suspiro. Y vivo el presente con toda su mágia y belleza.   

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